«La buena fotografía ha de ser sencilla, de modesta apariencia, intencionadamente en tono menor»
Junio 1957
Gonzalo Juanes nació en Gijón en 1923 y formó parte del grupo AFAL (Agrupación Fotográfica Almeriense) junto a fotógrafos de la índole de Masats, Miserachs, Colom, Ricard Terré, Català Roca o Carlos Pérez Siquier entre otros cuyo objetivo común era terminar con la tradición pictorialista de la fotografía y ofrecer nuevos planteamientos fotográficos con influencias del extranjero.
Las fotografías de Cartier-Bresson, «Los americanos» de Robert Frank o el «New York» de Klein fueron proyectos fotográficos que influyeron al grupo de forma ineludible.
Para el gran público Gonzalo Juanes es un completo desconocido pero lo cierto es que ha sido una de las figuras más influyentes de la fotografía en España. y uno de los primero fotógrafos españoles en utilizar la diapositiva en color. En la siguiente entrevista realizada por La Fabrica y prologada por Navia, nos confiesa sus inicios.
Regresando a las palabras de Gonzalo que abren el post, es lógico que nos realizemos una pregunta:
¿Qué es una fotografía hecha en tono menor?
Pues según Gonzalo, se trata de una fotografía hecha sin artificios, con naturalidad, con técnica discreta, de forma humilde y huyendo totalmente de la artisticidad de la fotografía.
Otras ideas de Gonzalo que me agradaron leyendo las investigaciones de Laura Terré en el fantástico prólogo de «Ese declinar de la luz»: «Para mi la fotografía es un medio para expresar ideas, un lenguaje que no se dirige al ojo ni al corazón, si no a la mente del espectador»
«El azar no debe conquistar la imagen, debe quedar siempre a la voluntad del fotógrafo, como autor. Éste debe ser su único dueño, sus decisiones deben responder a la reflexión.»
Podemos deducir entonces que Gonzalo eligió una forma de contar sus historias (estética, el color) y usó la fotografía para explicar, pero ¿qué nos explicó Gonzalo?
Lo cierto es que tuvo serios problemas con «el qué». Se pasó varios años sin saber que hacer con su fotografía porqué simplemente no sabia que explicar hasta que un día se dio cuenta que lo que mejor conocía era lo que debía contar y eso sin lugar a dudas era «su» Asturias, la sociedad asturiana de finales de los 60. Gonzalo nos explicó fotograficamente Asturias y sus gentes – desde las clases más humildes hasta las económicamente más pudientes – y lo hizo muy bien.
Se «sirvió» de sus paisanos y también de sus familiares más cercanos, como en esta fotografia de su padre.
Aunque los asturianos fueran su tema principal, conocemos una serie de fotografías muy conocida de la calle Serrano de Madrid. En la misma entrevista, nos puntualiza Gonzalo que esas imágenes fueron realizadas en tan solo dos horas y nos cuenta como las hizo:
Termino con una de sus fotografías -la que más me impactó cuando abrí el primer libro que cayó en mis manos de Gonzalo. Se trata de una imagen titulada «En el hospital, 2006», creo que lo que me soliviantó fue su dosis de verdad. Explica sin paños calientes, su paso por el hospital. Me parece que todos nos identificamos ya que hemos entrado en un hospital alguna vez como pacientes, y si no fuera así no tengáis ninguna prisa en hacerlo.
En resumen, las suyas son unas fotografías llenas de cotidianidad, de pausada observación y de una subjetividad de las que nos podemos sentir cómplices.
Me gusta lo que dice en el vídeo. Es curioso que un par de horas le cundieran tanto. Hoy en día te recomiendan que vivas en un lugar días y días para captar la esencia de lo que sea.
Y es cierto que la gente se ha vuelto antipática, doy fe de ello en mi deambular madrileño.
Si Luisa, es verdad. Supongo que se debe a un aumento en el nivel de exigencia de los trabajos ya que hoy en día casi todo el mundo tiene una cámara de fotos y lo que ayer era excepcional hoy ya no lo es en absoluto. Eso creo que de forma implícita provoca que para que un trabajo fotográfico sea relevante tiene que estar mucho más depurado.
En cualquier caso siempre ha sido un poco así Luisa. Las fotos de Gonzalo Juanes de la calle Serrano no dejan de ser una serie. Pero si miramos a sus contemporáneos y echamos un vistazo a los trabajos más destacados, son trabajos realizados en la mayoría de casos durante varios años. Pongamos que hablamos de William Klein con su NY, Robert Frank con sus Americanos, Català Roca con sus fotografías de Barcelona o las fotografías de Saul Leiter realizadas durante años en la ciudad de New York. Si bien es cierto que este último no tenía una tesis central sobre la que desarrollaba su trabajo, eran las fotografías por si mismas las que conformaban un corpus compacto basado en un discurso visual potente.
Muy buen post Carlos.
Yo también estoy de acuerdo con que la gente se ha vuelto mas antipática, supongo que será por el estrés que todo lo puede y que hace que no disfrutemos de pasear por nuestra ciudad sin prisa ni rumbo.
Gracias por tu comentario, Daniel. Yo añadiría otros factores que han ayudado a la antipatía que puede sentir la gente hacia los fotógrafos.
En primer lugar, la pérdida de novedad hacia la fotografía. Antaño que alguien quisiera fotografiarte era tomado generalmente como un acto de atención hacia el sujeto y ello unido a lo ‘novedoso’ de la fotografía, lo hacia un suceso positivo tanto para el fotógrafo como para el retratado. La actitud de la gente era receptiva, de hecho aún hoy ocurre fuera de Europa.
Otro suceso -no menos importante- es el daño que han hecho los paparazzis a la fotografía en general y a los fotógrafos en particular, al ser vistos por la sociedad como sujetos indeseables, carroñeros y molestos. Lo cual -generalmente- no suele ajustarse a la realidad.
Un hecho que destacaría de toda esa generación es que a pesar de no vivir de la fotografia, consiguieron seguir fotografiando a su manera y seguro que con muchos sacrificios personales.
Una lección para todos.
Eso es verdad, Daniel.
Recuerdo en el seminario de Albarracín de hace un par de años, le preguntaron a Ramon Masats por este tema. Concretamente le preguntaron porqué los fotógrafos madrileños más conocidos de mediados del siglo XX no se dedicaban profesionalmente a la fotografía y en cambio los catalanes como Miserachs, Català-Roca, Masats, etc… si lo hacían.
Recuerdo aún hoy con cariño su respuesta con un lacónico y contundente: «….pues…. no tengo la menor idea del motivo….la verdad….»
Muy buen post, Carlos. Y me parecen muy juiciosas tus reflexiones como respuestas a los comentarios de Luisa, Daniel P. y Daniel B. Felicidades! Y si, Juanes es uno de los grandes de nuestros «abuelos» callejeros, tal como bien ha sabido reconocer y difundir Navia, otro autor clave en la fotografía directa en color de nuestro país..
Gracias Rafa, pues entonces también tendremos que dar las gracias a Navia por redescubrirnos a Gonzalo.
Hola, me gusto mucho el post, no lo conocía y me encanto su trabajo…, por otra parte, tengo que discrepar de algunos comentarios relacionados con la antipatía de la gente (a que le hagas una foto sin su consentimiento), seguramente en la época de Gonzalo la gente sería menos hostil que en la actualidad, pero a pesar de eso creo que actualmente sigue habiendo mucha gente que no se molesta porque le hagas fotos sin permiso, por lo menos esa es mi experiencia en los últimos 3 años haciendo Street Photo con un 50 mm; en ocasiones paso desapercibido y todo ok, muchas otras veces soy pillado infraganti o segundos después de haber disparado, y veo que la gente le resta importancia, incluso algun@s sienten curiosidad y simpatía por la foto que le estás haciendo, pero también es verdad que hay gente no le sienta bien que le hagas una foto, pero tampoco me reclaman…,no si si les habrá pasado a vosotr@s lo mismo, pero a veces pienso que a una persona no le ha gustado que le haga una foto, pero cuando la veo detenidamente en el ordenador, me doy cuenta de que esa persona no estaba enfadada ni mucho menos, con esto lo que quiero decir es que en muchas ocasiones pensamos que a la gente no le gusta que le hagamos una foto sin permiso, pero luego la realidad es otra…, quizás a veces nos ponemos tan nerviosos por lo que nos vayan a decir, que terminamos por culpar a la sociedad de que no le gusta que la retraten, es mi humilde experiencia en ese sentido